El enigma Rajoy

RAJOY SE ha jactado siempre de ser previsible. Pero la realidad es que está siendo el menos previsible de los presidentes de Gobierno. Y no lo digo porque haya incumplido sus promesas electorales sino porque lo que nadie podía esperar era que este hombre tranquilo y prudente, que podría ser el personaje de una película de John Ford, estuviera metido en un avispero de corrupción como el que revelan los papeles de Bárcenas.

Se me dirá que Rajoy tiene el derecho a la presunción de inocencia política porque existen dudas sobre la veracidad de las confesiones del ex tesorero del PP. Pero los indicios que acreditan que hubo financiación ilegal y pago de sobresueldos son abrumadores. Yo no me puedo creer que Rajoy, Cascos, Arenas y Rato no supieran nada sobre cómo se estaba financiando el partido. La negativa del presidente es absolutamente increíble en sus propios términos.

Pero aun suponiendo que Rajoy hubiera sido engañado por Bárcenas y que no supiera nada, su decisión de tapar lo sucedido en el PP y prestarse a un simulacro de investigación resulta injustificable. El presidente está cogido por sus propias palabras y si se demuestra que el partido no jugó limpio, tendrá que dimitir.

Lo más decepcionante de su conducta es que desde que estalló el asunto no ha hecho nada para averiguar la verdad y, además, se ha negado a dar explicaciones, lo cual es incomprensible cuando a uno le acusan de villano.

Pero la gran cuestión es cómo una persona que es registrador de la propiedad, de convicciones católicas y que siempre ha defendido valores éticos como la honradez y la limpieza se ha dejado arrastrar a esta podredumbre moral que se resume en que el ministro de Hacienda cobraba un sobresueldo en negro, según los apuntes de Bárcenas.

La única explicación que encuentro es que el PP ha funcionado como una mafia en la que el fin justificaba los medios y, con el pretexto de que estaban haciendo el sacrificio de dedicarse a la política, los jefes se llenaban los bolsillos con dinero obtenido de forma ilegítima. El propio Cascos ha reconocido que cobraba 10.000 euros al mes cuando Aznar congeló el sueldo a los funcionarios.

Volviendo al inicio, lo que no me encaja es como una persona como Rajoy haya podido cometer o tolerar estas prácticas que son sencillamente repulsivas e inmorales. En ese sentido, para mí su conducta es un enigma que carece de respuesta.